artículosEsa antigua y humana propensión a postergar lo importante

La palabra “procrastinación” proviene etimológicamente del latín procrastinare, pro: “adelante” y crastinus: “referente al día de mañana, al futuro”. Pero la contemporánea acepción del término va más allá de una postergación voluntaria. Luego, “procrastinación” deriva también de la palabra griega “akrasia”, que significa “hacer algo en contra de nuestra voluntad”.

“Procrastinar” es posponer tareas cuya realización es ineludible en el tiempo y que se consideran importantes, postergándolas para ocupar el tiempo en cuestiones de menor cuantía y, en ciertos casos, incluso diferentes a las que se habían propuesto en un principio.

Un ejemplo sencillo de “procrastinación” es el de quienes acostumbran elaborar un listado de tareas para el día siguiente y al concluir el de hoy, realizan una evaluación. Al hacer ese análisis, esas personas llegan a la conclusión de que emprendieron numerosas tareas, tal vez inclusive más allá de las que se propusieron, pero justamente, postergaron la más importante y así, sucesivamente, día tras día, cotidianamente.

En las empresas familiares se vinculan dos instituciones que persiguen fines absolutamente diferentes: la familia, que busca la felicidad, y la empresa, cuyo objetivo principal es la generación de lucro. Esta divergencia de objetivos puede generar, en ocasiones, turbulencias en la relación entre familiares y es entonces cuando surge la “procrastinación” marcando su presencia, pues resulta más fácil posponer el abordaje de temas trascendentes que pueden implicar conflictos.

Existen comprobaciones inequívocas de que cuando un tema no se resuelve formalmente sino de hecho, por procrastinarlo, la situación deviene en más delicada.  El siguiente ejemplo permite comprender lo afirmado: en una familia se pospone resolver si los integrantes de la siguiente generación podrán o no trabajar en la gestión de la misma; el tiempo pasa y la resolución no se adopta. De pronto, uno de los miembros de esa nueva generación ya está trabajando en la empresa sin una resolución formal. El hecho deviene en mas perjudicial que el que pudiera haber ocurrido si se adoptaba, en tiempo, una decisión sobre el particular, en un sentido o en otro.

Los temas objeto de “procrastinación” en las familias propietarias de empresas, generalmente son aquellos en los cuales pueden afectarse sentimientos, herir o generar dolor a los miembros de la familia. Esta situación es más que comprensible, pues es natural que los miembros de la familia quieran evitar conflictos entre sí. Ahora bien, en muchos casos, no abordar ni resolver los temas que tienen un cierto grado de dificultad en la línea apuntada, no es una decisión positiva para el presente ni para el futuro de la familia ni de la empresa.

Definitivamente, “procrastinar” no resulta beneficioso y nunca devendrá en un camino que posibilite soluciones permanentes.

Marcelo Codas Frontanilla

marcelo@estudiocodas.com

Twitter: @CodasMarcelo

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