Sin categoríaEl Prof. Alfaro, la Albirroja y las Empresas familiares

En 1986 y luego de mucho tiempo, el Paraguay participó de un Mundial de fútbol. En esta ocasión el torneo se realizó en México. Fue la primera vez que muchos vimos a nuestro país en un Mundial.

Pasaron varios años hasta 1998, cuando el Paraguay hizo parte de los contendientes del Mundial de Francia. Posterior y sucesivamente vendrían las Copas del Mundo de Corea-Japón (2002), Alemania (2006) y Sudáfrica (2010). Y otra vez se produjo una larga espera, hasta que, recientemente clasificada, la selección paraguaya, 16 años después, dirá nuevamente presente en un Campeonato Mundial.

A estas alturas ustedes se preguntarán: ¿que tiene que ver esto con las empresas familiares?

Durante los referidos 15 años se sucedieron directores técnicos y muchos jugadores y no se logró el ansiado objetivo. En agosto de 2024, cuando el panorama era no solo incierto sino directamente sombrío y se veían lejanas las luces del próximo mundial, llegó el Prof. Gustavo Alfaro. Este “constructor de utopías” como tuvo a bien bautizarlo la prensa, con los mismos jugadores y una alta dosis de persuasión afectuosa, cambió el rumbo de la historia.

Alfaro asumió el 16 de agosto de 2024, cuando nuestra selección tenía 5 puntos de 18 disputados. En medio de tanto descreimiento, llegaron los resultados positivos y con ellos, un nunca mejor percibido sentimiento de “si se puede”.

Y, finalmente, se pudo.

¿Qué pasó para que se opere esta suerte de milagro? ¿Por qué, con los mismos jugadores, la albirroja hizo tan pocos puntos y luego empezó a tener resultados auspiciosos capaces de llevarla al sitial de privilegio en el cual hoy se encuentra?

La respuesta deviene en sencilla: el gran responsable es Gustavo Alfaro. Su claro liderazgo y su innegable condición de profesional conocedor tanto del fútbol como del alma humana y de la psicología de los jugadores, le permitieron y le permiten obtener lo mejor de cada uno de sus dirigidos.

Alfaro armó un equipo. Y es aquí donde todo lo expresado se entronca con cuanto debemos hacer en las empresas familiares: trazarnos un objetivo, creer en nosotros, articular voluntades utilizando lo mejor de nosotros mismos.

Si llevamos esta experiencia a la familia debemos convenir en que para lograr un objetivo como el futbolístico que describimos, es  fundamental contar con un guía, con alguien que transmita confianza, mística, optimismo, que crea en cada uno de los integrantes núcleo familiar y trabaje duro al frente del equipo para lograr el objetivo.

Como ya se dijo, la nueva clasificación a un mundial, considerada prácticamente imposible, se logró. En una necesaria y saludable analogía, otro tanto ocurre, en no pocos casos, en las empresas familiares, cuando tanto las dificultades como las desavenencias internas conducen a creer que el emprendimiento no podrá seguir, y que la familia se verá sensiblemente afectada en su relacionamiento.

El Prof. Alfaro nos demostró que “si se puede”. Que poniendo esfuerzo, trabajo, confianza y contando con un claro fin, el objetivo final siempre es posible. Hagamos otro tanto con nuestras empresas familiares. Así, lograremos el resultado esperado y fundamental: generar felicidad en la familia y ganancias en la empresa.

Marcelo Codas Frontanilla

marcelo@estudiocodas.com

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